miércoles, 12 de noviembre de 2008

El Barbero Diabólico, en Madrid

Tyburn, una villa cerca de Londres, situada a orillas del río Támesis, fue famosa por sus ejecuciones a principios del siglo XIX. Colgaban a la gente del entonces famoso “Árbol de Tyburn”. En 1802, concretamente, fue procesado y ahorcado, precisamente de ese árbol, un barbero acusado de haber matado a algunos de sus clientes.

Esta historia es la base legendaria, muchos dicen que cierta, de la hoy reconocida “Sweeney Todd: The Demon Barber Of Fleet Street” (Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet). Enmarcada dentro del Festival de Otoño, y contando con un merecido reconocimiento, esta “opereta negra” sobre un barbero asesino que busca venganza, se puede ver hasta enero en Madrid, en el Teatro Español. La versión, dirigida por Mario Gas, cuenta con prácticamente el mismo equipo que ya tuvo un resonado éxito en su estreno en Barcelona, hace ya casi 15 años. En cualquier caso, el trabajo de ese equipo y las interpretaciones de Joan Crosas y de Vicky Peña, y de todo el reparto en general, hacen de esta versión una experiencia agradable, entretenida, inquietante, interesante y, en definitiva, muy gratificante.

La obra cuenta la historia de un barbero del Londres de mediados del XIX, injustamente condenado al exilio a Australia por un malvado juez tiránico. Al volver, descubre que su mujer ha muerto y su hija está bajo la tutela del juez. Con la ayuda de la señora Lovett, una mujer enamorada del barbero, llevará a cabo su venganza, asesinando a sus clientes y esperando el momento de “afeitar” al juez. Por su lado, la señora Lovett utilizará la carne de sus víctimas para elaborar pastelitos de carne con mucho éxito.

La obra se puede definir como un ‘thriller’ musical que cuenta con elementos del ‘grand guignol’, incorporando escenas de asesinatos y huidas dramáticas. Al ver esta obra, es difícil también no pensar en el teatro de Bertold Brecht, en especial de sus colaboraciones con Kurt Weill, por ejemplo para su"Ópera de 3 peniques".


EL ORIGEN Y LAS TRANSFORMACIONES DE SWEENEY TODD

En realidad, la primera aparición de la historia de la que se tiene constancia se encuentra en unos folletines de 1846, bajo el título The String of pearls: a romance (El collar de perlas: un romance), de la mano de Thomas Prest, un autor que escribía cuentos de terror basados en noticias publicadas por el periódico londinense The Times. Poco después pasaría al teatro, aunque a lo largo del tiempo se representaría en muchos lugares y la obra original sufriría numerosas modificaciones. La obra se representaba habitualmente en los popularmente conocidos como blood tubs, teatros donde habitualmente se representaban obras con una gran carga de sexo, sangre y violencia.

Debido a las numerosas modificaciones que sufrió la obra, al final acabó siendo casi irrepresentable. Christopher Bond, dramaturgo y novelista británico, la salvó del olvido en 1968, modificándola y estructurándola alrededor del tema de la venganza del barbero. Casualmente, Stephen Sondheim, ya un prestigioso compositor de Broadway, acudió a ver la obra en Londres y decidió convertirla en un musical. Para ello contó con la colaboración del propio Bond y también del guionista Hugh Wheeler. El estreno en Broadway en 1979 contó con la colaboración de Angela Lansbury (Se ha escrito un crimen), Len Cariou y la dirección de Hal Prince. En poco tiempo, la obra se convirtió en un musical de culto. Sondheim la considera una “opereta negra”, y ha sido representada en óperas de todo el mundo.

La última aportación a la obra, mucho después de la versión de Mario Gas, la ha llevado a cabo Tim Burton, con su adaptación cinematográfica. La película cuenta con sus ya habituales actores fetiche: Johnny Depp en el papel de Sweeney y Helena Bonham-Carter como la señora Lovett. En realidad, el matrimonio Sweeney Todd – Tim Burton era casi inevitable.



EL BARBERO DE FLEET STREET EN ESPAÑA

En 1995, Mario y Manuel Gas trajeron el musical a España. Era la primera vez que se representaba en este país y la traducción se hizo en catalán. El éxito de la obra fue rotundo, tanto por parte del público como de la crítica. Lo demuestra además los numerosos premios que recibió ese año y después, como el Premio de la Crítica por Mejor espectáculo musical, por Mejor Director, por mejor Dirección Musical, por Mejor espectáculo, etc. Desde la escenografía y los actores hasta los directores, todos se llevaron un merecido reconocimiento. En 1998 volvería a llevarse 4 premios Max, al incluirse la obra en el Festival de Otoño, representándose en Barcelona y en Madrid, esta vez en castellano. El propio Sondheim, al recibir noticias del éxito que tenía la obra, se acercó a verla y la consideró como la mejor versión que había visto hasta entonces.

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